Paseos de un
aprendiz de montañero con sus compañeros |
Agosto 2014 - El reto de cuatro días sin cerveza |
La evolución sufrida por el ser
humano, tanto individual como técnica, le empuja a plantearse retos
cada vez más expuestos e inalcanzables. En ocasiones se consiguen y otras, como
la descrita más adelante, se tuercen y no llegan a culminarse a
pesar de la férrea voluntad de los hombres. Lo importante es el espíritu de sacrificio para alcanzar las más
altas cimas de la gloria.
Hacía tiempo que Jorge y yo nos
habíamos planteado el reto de pasar cuatro días sin cerveza
y de paso hacer un recorrido por Gredos que empezara en Galayos y
terminase en Bohoyo. Sabíamos que era casi imposible pasar cuatro
días sin una sola gota de cerveza, pero había que intentarlo.
Esta es la descripción, aunque con dos
puntos de vista que pueden ser muy distintos, en rojo el del
"montañero del todo a cien" y en amarillo el de Jorge, su colega: |
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Paco:
La idea era comenzar en la Plataforma
del Nogal del Barranco, subir a los Galayos y ascender el Gran
Galayo. Después, por el Espaldar, hasta la Mira donde haríamos
noche.
El segundo día queríamos hacer la
suave travesía de la Mira a Morezón y desde ahí a la Portilla
Bermeja, por el Cuchillar de Cerraillos y el de las Navajas.
El tercer día haríamos Almanzor,
Cuchillar de Ballesteros hasta el Venteadero y la Galana, para el
último día descender por la Garganta de Bohoyo. Todo esto sin una
sola cerveza, sabíamos que era casi imposible |
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Jorge:
Como más adelante se verá, acabamos
por buscarnos una vil excusa para bajar el refugio Elola, por donde
no teníamos pensado pasar en principio, atraídos por el olor del
lúpulo y la cebada fermentados. |
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Paco:
A las 9:30 dejábamos la Plataforma con
unas mochilas que más parecían sambenitos impuestos para una dura
penitencia y enfilábamos la senda real, construida con el fin de que
su Majestad Alfonso XIII subiera cómodamente a disparar a los
antepasados de las numerosas cabras gredenses. Al menos en este
sentido, dejó un práctico legado. |
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Jorge:
Al cabo de subir un rato, yo hubiese agradecido más que hubiese
dejado algún tipo de teleférico, tren cremallera o similar |
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Paco:
Agotado por mi paso rápido y preciso,
Jorge sigue a duras penas mi rastro |
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Jorge:
La cruda realidad es que voy casi siempre por detrás de Paco
ateniéndome el principio montañero que me enseñaron de chaval, hoy
casi olvidado en estos tiempos de carreritas de montaña y otras
competiciones: el paso lo ha de marcar el más lento y torpe del
grupo. |
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Paco:
En un plis-plas nos ponemos en la
fuente Macario donde, a pesar de su chorrillo rácano, reponemos
líquidos y mi compañero se mete unos cigarritos. |
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Jorge:
Por “plis plas” entiéndase una hora de denodado pateo, aplastados
por el peso de nuestros macutos y el sol inmisericorde. Y encima
cuesta arriba. |
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Paco:
Al llegar al pié de la Apretura
decidimos seguir subiendo por la senda para poder disfrutar de las
vistas del Galayar. Casi al final vemos uno de nuestros los
objetivos, el Gran Galayo. Ya veremos, poco a poco. |
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Jorge:
De vistas nada. Vimos el cartel que dice que subir por la canal es
“muy peligroso” porque caen piedras y tal. Es lo que ocurre cuando
llenas el morral de chismes prescindibles, menos el casco. |
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Paco:
Al llegar al refugio Victory
descubrimos una cara conocida, se trata de Carlos, el cocinero
escalador de "La
Cantina de Cotos", donde hemos pasado tan buenos ratos con el
líquido amarillo y espumoso de dispenden junto a sabrosas tapas y
amena charla. |
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Jorge:
Por un efecto tipo “perro de Pavlov”, al ver a Carlos pensé que nos
iban a servir sendas jarras de cerveza, lo que hizo aún más
lacerante su ausencia. |
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Paco:
Recargamos las reservas de líquido
aunque sea con el agua sosa de su fuente, pues teníamos la certeza
de que en el camino que íbamos a coger nadie ha tenido la delicadeza
de poner ningún bar. De esta forma enfilamos la Canal del Gran
Galayo, con el peso extra del líquido elemento. |
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Jorge:
La vez anterior que subimos por ahí penamos tanto, que de modo
paradójico a mí al menos la subida se me hizo bastante llevadera.
Reitero lo de “a mí al menos”. |
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Paco:
Vamos subiendo como podemos; es decir,
más mal que bien, pero cogemos altura. |
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Jorge:
No estoy entregado a ningún tipo de ritual extraño, sino tirando
fotos a los escaladores. ¡Qué envidia me daban! |
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Paco:
En algunos momentos permito que Jorge
vaya por delante para no deteriorar excesivamente su ego |
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Jorge:
Aunque intento que Paco vaya por delante, mi natural superioridad
termina por imponerse y le veo sufrir mientras yo subo airoso y
ligero. |
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Paco:
Volviendo la vista atrás, cosa que
solemos hacer por si se nos ha caído calderilla, apreciamos
escaladores en la aguja Tonino Ré y en la cumbre del Torreón. |
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Jorge:
¿Pero ahí se sube? ¿Cómo lo hacen? |
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Paco:
Mientras la envidia nos corroe
continuamos la subida... |
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Jorge:
La comparación con la gracia y agilidad de los escaladores y nuestra
penosa trepada es demoledora. |
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Paco:
...Hasta llegar a la portilla donde
podemos ver la inmensa vista del Espaldar y la Canal Reseca. |
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Jorge:
Aprovecho el primer plano para hacer un comentario sobre mi gorro
modelo “mountain-mex”. Es ridículo, lo sé, pero es fresquito y te
protege las orejitas del sol. |
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Paco:
En la portilla abandonamos
temporalmente los castigos llamados mochila y nos ponemos los
achiperres por si acaso. Hemos visto crónicas que dicen desde que es
un paseo hasta que "cuidadín, cuidadín" |
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Jorge:
Mientras Paco resuella en la portilla intentando recuperar el
aliento, decido explorar un poco lo que nos espera. |
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Paco:
Con mucho más miedo que vergüenza
vamos afrontando la subida. La primera parte asciende por una
especie de diedro sin dificultad pero que al mirar por detrás me
hace temer la bajada. |
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Jorge:
Lamento decir que ese día el miedo no fue un sentimiento compartido.
También es cierto que llevar una cuerda “porsiaca” tranquiliza
mucho. |
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Paco:
A pesar de que no utilizamos la cuerda
y los cacharritos nada más que para molestarnos, daba una gran
tranquilidad su compañía. Yo echaba de menos a Jorge II o III pero
tenía conmigo al IV. |
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Jorge:
Además llevo botas nuevas, que agarran muy bien, no me hacen daño y
a Paco le dan mucha envidia, así que no paro de recordárselo. |
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Paco:
La cumbre fue emocionante pero fugaz.
En la imagen superior Jorge asomado al patio norte, probablemente
pensando en deshacerse de mi. |
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Jorge:
En realidad estaba poniendo a prueba a Paco. Esperé en vano que se
acercase sigilosamente para empujarme y apoderarse de mis
pertenencias. Las botas, sobre todo. |
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Paco:
Por debajo nuestro, el resto del
Galayar. |
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Jorge:
Parece que nos estaba diciendo “Cáete y verás”. Nuevamente, me
extrañó que Paco no intentase empujarme al vacío. |
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Paco:
Sí foto, sí cumbre, aunque aquella
tarde íbamos a aprender de una monitora de "bois escauts" o algo
parecido, que no fue válida, pues al parecer, hay que tocarla con la
mano y gritar a pleno pulmón ¡CUMBREEEE!. ¡Qué le vamos a hacer,
habrá que subir otro día.
Bueno, pues con un poco de prisa por
quitarnos de en medio la bajada, procedimos a la efectuarla. |
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Jorge:
Cualquier cosa es posible si ya partes de la base de que quien
acredita si la peña se ha hecho un 8000 o no es una señora que nunca
ha subido a ningún sitio… Por si acaso, más vale foto de cumbre |
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Paco:
Tras haber pasado un servidor por "las
cagaleras de la muerte" en algún momento, conseguimos llegar a la
portilla donde desgraciadamente continuaban las mochilas-penitencia. |
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Jorge:
Paco no para de quejarse de lo que pesaba su mochila. Pues mucho
menos que la mía. |
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Paco:
Cargados de nuevo enfilamos la Trocha
Palomo un poco a la expectativa de lo que podríamos encontrarnos
pues algún paso visto desde lejos parecía de VI+ |
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Jorge:
Ante la perspectiva de lo desconocido ahí yo ya empecé a ponerme
nervioso… |
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Paco:
La verdad es que gracias a nuestra
audacia y espectacular forma física pudimos ir superando, uno a uno,
todos los pequeños inconvenientes del "camino". Cierto es que mi
experiencia en el mundo vertical unido a la sencillez y humildad que
me caracteriza, ayudó decisivamente. |
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Jorge:
… pero el color blancuzco se debe a la crema de sol mal distribuida,
no al miedo, aclaro. Eso de la crema al tuntún y a mogollón sale
mucho en las fotos de los alpinistas de élite, por eso lo hago, a
ver si se me pega algo. |
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Paco:
Llegando a la zona de la Mira
encontramos los primeros vestigios de agua donde Jorge no dudó en
refrescar y empapar su melena.
La cuerda que luce mi compañero en
bandolera no estaba gratuitamente pues mi amena conversación durante
la subida le hizo desear, en varias ocasiones, poner fin a los
suplicios rápidamente. |
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Jorge:
El problema es que me enseñaron a hacer nudos de ocho, as de guía,
pescadores varios, etc. El nudo de horca no entraba en el programa,
por desdicha. |
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Paco:
Se agradecía el cambio de las canales
pedregosas y sedientas por los verdes pastos. |
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Jorge:
Vaya, pues yo ni noté el cambio de terreno. Claro, que como iba con
mis botas nuevas, cómodas, que agarran muy bien… |
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Paco:
Cerca de las ruinas del refugio de la
Sociedad Arenas-Gredos, un grupo de solomillos, hamburguesas y
chuletones acudió a darnos la bienvenida. |
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Jorge:
El único problema es que las hamburguesas y demás están sin
procesar. Eso, unido a la falta de cerveza, me parece un atraso
tremendo. |
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Paco:
Al llegar a la fuente había un grupo
de unos cien mil chavales con pañuelo enrollado al cuello cuya vista
y griterío fueron decisivos para decidirnos a dormir en otro lado. |
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Jorge:
Tras sufrir varios campamentos en esta aventura y en la anterior en
Gredos, considero que estaría bien una versión alternativa del
Flautista de Hämelin, que se lleva a los niños con la flauta y tal,
pero sin traerlos de vuelta. |
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Paco:
Penosamente llegamos a la cumbre de La
Mira donde el vivac principal, es decir, ese amplio y blandito
estaba tomado por Javier, un solitario caminante con el que
posteriormente nos cruzaríamos en varias ocasiones.
Tras una infructuosa intimidación a
Javier procedimos a instalarnos en el vivac malo. desde aquí mi
agradecimiento.
Después de preparar el lecho y dado
que queríamos desentumecer un poco las piernas volvimos a bajar a la
fuente (otros 100 + 100 m de desnivel).
Cuando el sol que nos había castigado
durante el día comenzó a descender apareció un espectáculo
grandioso. En la imagen superior el Gran Galayo. |
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Jorge:
Yo me estoy planteando como curro alternativo ir al monte para
ocupar prontito vivacs y refugios y luego chantajear al que quiera
usarlos. |
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Paco:
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Jorge:
Al ver la sombra de la montaña donde estábamos nos desgañitamos a
agitar los brazos a ver si nos salía un
Espectro de Bröcken,
que es una como así como muy alpina, pero no resultó. Sólo
conseguimos que nos mirasen como a dos locos. |
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Paco:
Fascinante, el Circo de Gredos |
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Jorge:
Lo realmente fascinante era pensar que íbamos a andar por todos esos
riscos y cuchillares con dos mochilas afectadas de un evidente
problema de tiroides. |
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Paco:
¡Tremendo! |
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Jorge:
Formidable. |
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Paco:
¡Maravilloso! |
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Jorge:
Estremecedor (qué bien funcionan los diccionarios de sinónimos). |
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Paco:
¡Lamentable! |
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Jorge:
Excelente (y el de antónimos). |
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Paco:
Tras una noche sin nada que reseñar
excepto mi absoluta ausencia de sueño reparador... |
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Jorge:
(sic) |
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Paco:
Nació el nuevo día. Una maravillosa
jornada nos esperaba, con demasiados kilos a la espalda, buscando
desesperadamente agua y un lugar donde dormir, sin comida de verdad
y pasando penalidades. ¡Qué contentos estábamos! |
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Jorge:
Pues yo dormí bastante bien. Es lo que tiene ser un montañero de
verdad, capaz de conciliar el sueño incluso sobre un lecho de
abrojos.
Me ofende profundamente que Paco considere que mis quesitos no
fuesen “comida de verdad”.
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Paco:
Tras un maravilloso desayuno de café y
cereales con sabor a macarrones a la boloñesa, nos pusimos en
marcha. |
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Jorge:
A lo mejor el señor quería que le llevasen a la cama tostadas,
cruasanes y bollería del día. |
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Paco:
La Cuerda de los Amealitos quedaba por
detrás y la Garganta Lóbrega a nuestra izquierda. |
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Jorge:
Subir por ahí tiene que ser toda una experiencia. Gredos es un poco
como la teoría de la relatividad aplicada a la montaña, es más alto
según por dónde vayas |
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Paco:
De nuevo Jorge aprovechando mi estela. |
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Jorge:
Lo de dejar –remarco lo de “dejar”- que Paco vaya en plan guía es en
realidad una vil táctica para que luego en invierno abra huella. |
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Paco:
Llegamos al Puerto de Candeleda, con
sus enormes mega-hitos. |
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Jorge:
Estoy convencido de que en realidad son construcciones de una
civilización extraterrestre, como Machu Picchu pero en pequeño. |
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Paco:
De nuevo en marcha, con el pensamiento
puesto en el refugio de su Majestad conde hay una generosa fuente. |
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Jorge:
Yo iba mirando al suelo a ver si veía alguna “bicha”, que un par de
semanas antes te salían por todos lados. En esta ni una en cuatro
días. ¿Cogen vacaciones? |
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Si has sido capaz de llegar hasta
aquí, a lo mejor quieres continuar leyendo este apasionante
reportaje: |
Segunda parte |