Revenga - Pinareja |
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Paseos de un aprendiz de montañero
con sus amigos |
20/03/2011 |
Revenga - Puente del Vado de Arrastraderos
Collado de Río Peces - Cerro de La
Muela
Pinareja - Cancha de Río Peces -
Revenga
MAPA
CON RECORRIDO |
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Adjunto a esta descripción está el track
y mapa con el recorrido pero debo advertir que en ni es el camino
más recto para llegar a Pinareja ni el más adecuado, pues en
varias ocasiones nos apartamos de los caminos oficiales, por lo que
podría dar lugar a alguna confusión y cabreo, además de alguna valla
invadida. Evidentemente si alguien decide repetirlo que sea bajo su
responsabilidad y si lo que decide es pedirme cuentas por habernos
introducido por lugares inapropiados, el track y mapa me lo ha
mandado un amigo recién emigrado a Groenlandia.
Después de un montón de salidas con poca
transcendencia, unas veces por la repetitividad de las mismas y
otras por la poca fuerza que los achaques permitían a este
caminante, Juan me llama emocionado diciéndome que ha estado
estudiando una forma alternativa de subir la Pinareja,
similar a las que él hacía de joven (hace muchísimo). Total que el
sábado salimos tempranito de Madrid hacia Revenga.
La intención era aparcar en la cabecera
del Embalse de Puente Alta pero al abandonar la N-603, vemos
con alegría que no se puede pasar por lo que dejamos nuestro
vehículo junto a la carretera en el comienzo del desvío hacia el
embalse.
Nada más comenzar el camino por la pista
asfaltada se abren ante nosotros unas sugerentes vistas de Mujer
Muerta. |
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Una vez llegados a lo que seguramente fue un
aparcamiento junto a la cabecera del embalse, cogemos un claro camino a
la izquierda que poco a poco se transforma en menos claro subiendo junto
al cauce del Arroyo de La Acebeda. Las nieves caídas
recientemente y las altas temperaturas hacen que baje bravo y caudaloso. |
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El sol calienta un pequeño prado donde la
evaporación produce un escenario mágico y fantasmagórico. |
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Todo el camino transcurre paralelo al río
hasta encontrar el cauce de la romana toma de aguas segoviana que más
adelante transcurriría por el archiconocido Acueducto de Segovia.
Como siempre que encuentro maravillas de la
naturaleza añoro la sabiduría de alguien a quien solo conozco y admiro a
través de sus completísimas descripciones en el foro de
http://www.sistemacentral.net/
, Robertianum. |
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Si existe un claro camino, nosotros lo
perdimos y por senda, trocha y "nada" pudimos gozar de un paraje
extraordinario... |
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...Hasta encontrar un clarísimo camino al que
solo le faltaba alguna estación de servicio... |
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... llegando al "decantador" donde
probablemente se producía la sedimentación de arenas e impurezas del
agua que aliviaría la sed de los legionarios invasores y nuestros
invadidos ancestros. |
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Tras reponer alguna fuerza junto al Puente del Vado de Arrastraderos,
seguimos por asfaltada pista unos mil metros para coger un claro camino
que nacía a nuestra izquierda.
Este camino ofrece el mayor bosquete de acebos que nuestros ojos habían
podido contemplar. Imagino que probablemente esta congregación puede dar
nombre al Pinar de la Acebeda por el que transitamos y al
Arroyo de la Acebeda que transcurría medio kilómetro a nuestra
izquierda. |
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Por debajo quedaba el
embalse del que habíamos partido. |
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La nieve apareció sobre los 1.600 m.,
convirtiéndose en una penitencia en algunos momentos por lo que
abandonamos el poco claro camino e intentamos faldear la ladera del
Morro de Los Arrancados donde uno que yo me sé perdió un recién
estrenado mapa de la zona. |
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A las tres horas y media de nuestra partida
(no, no corremos mucho) llegamos al Collado de Río Peces donde
volvimos a reponer nuestras menguadas fuerzas por el esfuerzo de la
ascensión y la ya clara falta de oxígeno. |
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Una
barritas después, reanudamos el fatigoso caminar sobre la frágil nieve
hasta que encontramos unas proverbiales huellas de algún penitente que
nos facilitaron la labor (qué repipi me sale, ¿eh?). Desde aquí nuestro
reconocimiento al desconocido caminante.
A
pesar de las barritas consumidas, de las huellas de nuestro benefactor,
las de un servidor, y las de Carlos, respectivamente, mi querido amigo
Juan comienza a bufar y emitir improperios. |
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Carlos a mitad de la subida con las Cabezas al fondo |
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Al
rato la nieve adquirió la consistencia precisa para permitirnos una
ascensión cómoda por lo que decidimos no aprovecharnos más de las
huellas para evitar que se nos pueda tachar de oportunistas. |
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Por debajo quedaba el valle segoviano y mis
compañeros. |
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De repente apareció antes mis ojos la
imponente figura de las nevadas cumbres. ¿el Chicha Pringa?, ¿el Mont
Blue?, ¿el Acongojagua?, no: el Cerro de la Muela, Pinareja
y la Peña del Oso. |
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Nos quedamos sin palabras por lo que callados
continuamos la subida. |
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Procuramos en todo momento ascender por la
vertiente norte donde la nieve está más consistente. |
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La estampa es grandiosa. |
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Bordeamos el Cerro de La Muela... |
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...Gozando en todo momento |
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Finalmente emprendemos el tramo final de
ascensión a la cumbre como unos machotes, desdeñando las botellas de
oxígeno y pacharán que habíamos previsto para la ocasión. |
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Al suroeste Peña del Oso |
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Por debajo una pareja que no podría saborear
el triunfo de la primera invernal del mundo mundial a Pinareja. |
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Cinco horas y media después de la partida, los
tres expedicionarios posan antes de la cuarta ingesta de alimentos del
día. |
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Por supuesto, alimentación técnica a tope:
tartera de tamaño familiar con macarrones a la Paco, paté, queso y
biberón de Rioja. |
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Apenados por la frugal ingesta acometemos el
descenso... |
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...Llegando al comienzo de la Cancha de Río
Peces por donde decidimos atajar |
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Al principio avanzamos mediante grandes
zancadas sobre la nieve dura pero cuando esta pierde consistencia, el
progreso se dificulta ante la más que probable posibilidad de "meter la
pata" |
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Hasta el gorro del canchal, llegamos a un camino que cogemos a la
izquierda donde damos en pocos minutos con un paraje que mi amigo
reconoce de la friolera de casi cuarenta años atrás.
Continuamos descendiendo junto al Arroyo de La Cancha hasta
llegar a la pista por la que transitamos durante cerca de kilómetro y
medio hasta que decidimos girar a la izquierda y bajar atravesando el
despejado pinar con la intención de atajar la siempre poco apetecible
pista asfaltada.
En este último tramo hubo de todo, alambradas, nervios y un caudaloso
Arroyo de la Acebeda que no se dejaba atravesar por lo que
continuamos bajando hasta dar con el GR88 y un horroroso pero
práctico puente de hormigón que nos dejó en la ribera correcta donde
emprendimos de nuevo el tedioso camino asfaltado hasta el coche que nos
llevaría en pocos minutos a reponer la carencia de fluidos con unas
jarras de un líquido amarillo, frío y espumoso (cero-cero para este
sufrido servidor) |
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A continuación adjunto las fotos y comentarios
aportados por el incansable fotógrafo sin parangón, Juan Mingot: |
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