Paseo de dos aprendices de montañero

Julio 2012 - Cercedilla - La Acebeda (una cuerda muy larga)

 

   

Distancia recorrida según CompeGPS land : 84 km. (el GPS me dio 90 kms.)

Ascenso acumulado: 3.548 m. (el GPS me dio 4.000 kms.)

Track sobre mapa del IGN descargado de Iberpix

 

 

 

En 2001 imaginé una ruta que consistía en ir, principalmente, por línea de cumbres desde el Puerto de Cotos a Somosierra. A comienzos de 2002 estuve repartiendo comida y bebida estratégicamente distribuida por la ruta y en septiembre de aquel año me puse una mochila con la que casi no podía, un montón de ilusiones y comencé a caminar en Cotos hasta mi primera escala en el Puerto de Navafría donde iba a dormir en los restos del refugio. Tras limpiar aquello de boñigas de diversos animales, al llegar la oscuridad, los ruidos del bosque, los osos y lobos acechándome, decidí abortar. Vamos que (con perdón) me ca_ué patas abajo y llamé para que vinieran a buscarme. Aquel día supe que debería realizar el proyecto con compañía.

 

En septiembre de 2011 volvía a la carga cambiando algo la ruta, el proyecto era de Cercedilla a Somosierra y salvo la primera noche que iba a dormir en un chozo, el resto bajaría a la civilización. Esta vez no me ca_ué, pero la soledad, falta de convicción y una casa rural que me falló, me hicieron abandonar al segundo día, desde el Puerto de Linera. De nuevo supe que para triunfar debía compartir esta ruta.

 

Ha sido en 2012, hablando con mi buen amigo Eugenio de estos fracasos, que le hizo "tilín" la historia y en menos de diez días preparamos la "expedición". El 25 de julio cogía el cercanías que pasa por Coslada a las seis menos veinte de la mañana, el mismo al que una hora después subía mi compañero de fatigas en Torrelodones. A las siete y media estábamos tomando café en la estación de Cercedilla. Todo apuntaba muy bien excepto la previsión meteorológica que amenazaba con tormentas justo los tres días. Ya es mala suerte.

 

Antes de seguir debo aclarar al hipotético lector la extrema dureza de este recorrido que no viene dada por el desnivel acumulado que fue de unos 4.000 + 4.000 m. ni de la longitud que fue de unos 90 kms. sin contar los paseos urbanos. Tampoco fueron los ataques de los osos y lobos los que nos destrozaron cuerpo y alma. Fue, amigos míos, la ausencia casi total de cerveza durante el recorrido. Fue terrible.

Al final llevábamos los dos más peso del que debiéramos cargar pero Eugenio es joven y yo he ido mucho por Bilbao. De esta forma cogíamos el Camino Puricelli desde la misma estación para suavemente ir tomando altura y llegar al puerto de la Fuenfría.

 

En este rácano año de aguas no teníamos muy claro como iba a estar el tema para encontrar el líquido elemento por lo que la primera parada fue en la Fuenfría donde, a falta del amarillo y espumoso líquido de la vida, tuvimos que aprovisionarnos de insípida y común agua. Tampoco la fuente era para tirar cohetes, pero algo manaba.

A continuación cogimos el GR 10 y a través del bello y frondoso bosque fuimos bajando hasta la carretera que desciende del Puerto de Navacerrada en una de las Siete revueltas. Aquí estuvimos deliberando si seguir recto a Peña Citores para después bajar a la Majada Aranguez donde pensábamos pasar la noche, como segunda opción podíamos coger la primera pista a la izquierda para ir sin apenas ganar ni perder altura al Chozo del tío Levita y de ahí al Aranguez, o como al final hicimos, coger el camino Viejo del Paular hasta el Puerto de Cotos.
Esta última opción nos llevó dulcemente por el frondoso pinar hasta Cotos. Allí tuvimos una visión, o más bien una "audición", con una voz que parecía salida del más allá nos decía: "Cerveeezaaaa, cervezaaa". Total, que no tuvimos más remedio que acercarnos a la Venta Marcelino y, muy a pesar nuestro, tomarnos unas "birritas" y ya puestos un pincho de tortilla y un bocadillo de lomo con Pimientos y...

Total que después de cumplir con los espectros enganchamos la feísima pista para ponernos en la Hermana Menor y de allí bajar a la majada y chozo Aranguez.

Debido a los problemas de Eugenio con las picaduras de insectos, de las que es especialista y su falta de fe en el servicio de habitaciones del chozo, me hizo poner, al caer el sol, la tienda.
Cogimos agua en el cercano regato, nos lavamos un poco, vimos la puesta de sol y cenamos tranquilamente.
Después de cenar nos dimos cuenta de que no estábamos solos. Una familia de salamandras había tomado el chozo.
 

Todo fenomenal hasta que comenzó la primera de las tres tormentas de aquella noche. Total que a Eugenio le dio "nosequé" dejarme solo y quien se quedó sola fue la tienda.

Comenzó a gotear en el interior del chozon, nosotros a poner cazuelas y los comentarios típicos:

 

- "Oye, no saldremos nadando, ¿no?"

- Que va hombre esta es una de las obras cumbres de la arquitectura segoviana.

- Ya, pero eso fue hace mucho.

 

Silencio...

 

- Oye no caerá un rayo aquí ¿no?

- Es casi imposible. lleva un cerro de años y no se ve que le haya caído ninguno.

- Ya, pero puede caer ¿no?

- Duérmete.

- Si, pero ¿puede caer uno?

- Si

- Snif...

 

La verdad es que aquello parecía una sesión de fluorescentes de los que encienden mal, acompañada de la traca final de las fiestas de mi pueblo... y así se pasó toda la noche.
Al día siguiente se despejaron las nubes y comprobamos que la tienda seguía donde la dejamos y sin una gota en su interior. Desayunamos, recogimos los bártulos y nos pusimos en marcha
Adios Aranguez...
Bajamos al Raso del Pino a coger más agua de esta preciosa fuente.
Después enfilamos el PR15 para llegar al Puerto de los Neveros. Habíamos perdido bastante tiempo y la nueva amenaza de tormenta para la tarde no nos dejaba disfrutar demasiado.
En el puerto giramos a la izquierda y comenzamos con la zona de trincheras y línea de cumbres.
 
A nuestra derecha veíamos la zona de turberas
Pasamos por los Altos de Poyales donde se gira al noroeste y rodeamos el Cerro Morete por el sur.
Poco después llegábamos al Puerto del Reventón, donde contemplamos el extraño monolito de  piedra en memoria del Teniente Coronel Ibáñez Martín que realizo estudios cartográficos de esta zona de Guadarrama. No es justo, yo también hago cartografía del Guadarrama y no tengo monolitos.

Eugenio, ¿recuerdas que ibas a buscar información del tipo de piedra?. Ya estás tardando.

Por detrás dejábamos los riscos de Claveles y Pájaros

 
En una de las trincheras apareció este bicho
A continuación seguimos por uno de los muchos Picos Reventón de esta sierra y plácidamente llegamos al Cancho, donde poco antes de su sosa cumbre giramos 90º a la derecha, hacia el este y bajamos al Collado de la Flecha. Allí nos acercamos a un manantial en su parte norte de donde fluía todavía un generoso chorro de agua fresca. "parada y fonda", nos vimos obligados a comernos un sobrecito de jamón que estaba de "no te menees", pero sin cerveza.
La subida al Flecha con la tripa llena de pan con jamón no fue todo lo placentera que hubiéramos deseado, pero subimos.

Tras pasar la sosa, fea y alambrada cumbre de esta hermosa montaña, bajamos al Puerto de Calderuelas, subida a Las Poyatas y de nuevo bajada al Puerto de Malagosto donde despreciamos el manantial del Merendero.

La subida a Peñas Crecientes y los Pelados empezaba a molestar, pero esto es lo que tiene el ir por el cordal. Después pudimos contemplar, aunque no entusiasmó a Eugenio, las vistas sobre Los Hoyos Borrascoso, Cerrado y de Peñacabra, cuya cumbre del mismo nombre dejamos a pocos metros a nuestra derecha.
El Nevero al fondo
Bordeamos el Alto del Porrinoso, bajamos al collado de su nombre y subimos a la última cumbre del día, el Nevero. Desde allí comenzamos la bajada, dirección noroeste con más miedo que vergüenza por la tormenta que se avecinaba y la incógnita sobre el agua que comenzaba a escasear. A la altura del cerro de los Colladillos nos cruzamos con los primeros humanos del día quienes pusieron ojos como platos cuando les referimos que el único ser que habíamos visto era un jabalí. ¿en qué pensarían?.
Bastante hartos de los subi-bajas de la jornada, llegamos a Navalcollado. Antes de nada fuimos a buscar la fuente que tenía marcada en un POI,  fueron unos momentos un poco angustiosos porque estaba a 5 metros del mismo y no la veíamos. Finalmente apareció una magnífica fuente con un pequeño chorrito donde pudimos hacer nuestras abluciones y recoger agua para la noche. A estas alturas llevábamos más de un día sin cerveza, fue horrible.
 
Después de despiojarnos convenientemente limpiamos el refugio porque el servicio de limpieza de refugios libres de Castilla y León  es deplorable. En fin..., preparamos la cena repitiendo el menú del día anterior (Arroz con pescado deshidratado y tallarines a la "nosequé"), me tomé el whisky que Eugenio me había despreciado y nos dispusimos a planchar la oreja.

Al poco de meternos en los sacos empezó la fiesta. Eugenio comenzó a roncar sonoramente provocando envidia a la naturaleza por los sonidos emitidos en el interior del refugio. De nuevo la traca final de todos los pueblos juntos de Castilla León se había trasladado a nuestro alrededor. Era tal la tormenta que parecía de día y no contenta con la fiesta de luz y sonido comenzó un aguacero de los buenos.

 

Al principio pensaba "que bien se está aquí, metido en el saco oyendo la fiesta que hay afuera". Eugenio seguía con su particular fiesta de sonido.

 

Al rato empezó un "cloc, chass" por detrás nuestro. Ya no estaba tan contento.

 

Eugenio despertó derrotado por los sonidos exteriores y empezó a buscar con la frontal el origen del "cloc". Me toqué la cabeza y estaba empapada. El cloc se transforma en un "requetecloc" y aparece otro nuevo detrás de mi cabeza. La entrada del refugio empieza a estar mojada, los truenos de cada vez están más unidos a los relámpagos. ponemos un plástico detrás de nuestras empapadas cabezas.

 

"Joobar, con lo bien que estaríamos en casita. Quien nos mandará..."

 

Así nos tiramos una hora larga y poco a poco remitió la sesión de agua, luz y sonido. Nos dormimos, bueno, se durmió Eugenio, esta vez sin su particular sonido.

Último día. la cerveza está más cerca. Hacemos planes... "si llegamos pronto a La Acebeda nos metemos un homenaje en donde podamos" VALE.

 

Salimos del refugio y parece que haya arrasado Atila. El agua caída ha provocado torrenteras y está todo irreconocible.

- Jopé, que bonito estuvo ayer, ¿eh?

- Si, precioso.

 

Silencio.

 

Desayunamos, levantamos campamento y nos dirigimos por la pista hacia el Puerto de Navafría. Pasamos por el Mirador de Navalcollado y decidimos que podríamos haber dormido debajo del mirador. A pesar de estar abierto, no está húmedo y habría sido más "emocionante" con la sesión de noche. Para otro día.

Desde el puerto, donde aprovecho para doparme convenientemente de antiinflamatorios, giramos 90º a la izquierda (NE) y nos enfrentamos a la tanda de cuestones empezando por el Alto de la Pinarilla, otro Reventón, Reajo Capón, Reajo Alto y así una sucesión de pequeñas cumbres sin ninguna dificultad pero que a estas alturas nos venían un poco grande.
A la altura del Reajo Alto hay unas lagunillas presuntamente creadas como abrevadero del ganado donde miro hacia atrás y veo una gran masa de nubes que nos persigue. No obstante, paramos a dar buena cuenta del queso de Eugenio (queso de oveja).
 
Tras el almuerzo y viendo como venía el panorama por el suroeste apretamos un poco el paso mientras aparecen unas preciosas vistas de la llanura segoviana.

Pasamos por la Peñota y bajamos al Puerto de Linera. Otra vez para arriba, a Peña Berrocosa y nueva bajada, Alto del Pinar, Cerro del Jabinar y oímos tormenta. "huy yuyuy".

 
 
 
Hay muchas fotos de esta parte porque pareció satisfacer especialmente a mi compañero.

Subimos y bajamos Peña Quemada y bajando la Peña del Avellano empieza a chispear. Bajamos al galope hasta que decidimos ponernos las chupas. esto se pone serio. Bajamos los Reajos Altos donde ya vemos el Puerto de la Acebeda "Jo__r como cae". Seguimos corriendo, menos mal que aquí no hay radares "por nuestra seguridad".

 

Llegamos al Puerto y sin poner intermitentes giramos a la derecha para comenzar el descenso por la pista.

 

A pocos metros del puerto sale el sol y empezamos a cocernos como nécoras pero.. a ver... parece... ¡Ha dejado de llover!

 

Bajamos del puerto sin muchas ganas y con las chupas colgando de los bastones a modo de bandera para que se sequen y llegando a la Acebeda vemos la gran vuelta que hay que dar por la pista. Intentamos acortar y nos metemos en un infierno de zarzas y todo eso que tanto nos gusta. después dar unas cuantas vueltas como lo que somos, los dos tontos deciden retroceder y bajar como mandan los cánones.

 

 

Pasamos por el camping y decidimos entrar para ver si podemos comer allí. NO

 

Llegamos La Acebeda y vamos directos al restaurante donde ya con el maravilloso líquido amarillo, espumoso, frío, amargo, cerveza gestionamos darnos allí el homenaje TAMPOCO.

 

Un poco deprimidos nos vamos al bar del pueblo. Otra cerveza

 -¿nos puede hacer algo de comer?, cualquier tontería, ¿una docena de huevos con un cerdo convertido en chorizos, o fruslerías pro-colesterol similares? NO.

- ¿Hay algún sitio donde comer caliente? EN VUESTRA CASA

 

Mientras pensábamos en tratarnos contra la depresión nos instalamos en un banco de la calle, sacamos el sobre de lomo ibérico con el pan aglomerado de Eugenio y su queso y establecimos un "puente pedestre" banco-bar-banco para ir reponiendo convenientemente la cerveza. Maravillosa cerveza.

Comienza a chispear y de nuevo la banda sonora "Truenos y Relámpagos". Nos dio tiempo a comernos un heladito de postre y mientras degustábamos un cafetillo, el pedrisco destrozaba las huertas colindantes.

Bueno, a las seis menos cuarto pasa el autobús. - Ya estamos casi en casita...

 

Las seis y media y no llegaba el autobús. Preguntamos y nos dicen que "suele venir". Que alivio.

 

Las siete menos cuarto. Aparece un microbús en el que nos montamos más contentos que McGyver en un desguace.

Llegamos a Buitrago pero el autobús de Madrid ya se ha ido. Tenemos que esperar al de las ocho por lo que aprovechamos para hacer un poco de turismo y estirar las piernas que culminamos tomándonos una... ¿?. ¿una taza de leche caliente? ¿una taza de te?, ¿una manzanilla?. Nooo: UNA CERVECITA.

 

 
 

A las ocho nos montamos en el autobús de Madrid que va parando hasta en los hormigueros y cerca de las diez de la noche abandono a Eugenio para darme un paseíto a la estación de Chamartín y coger el rápido de Coslada. Otro paseíto hasta casa y en poco menos de seis horas realizo el trayecto La Acebeda - mi casa.

 

Al pobre Eugenio aun le quedaba otro paseo mayor aun desde el autobús a su casa.

 

  Resumen
 

Cercedilla - La Acebeda: unas 25 horas a pié

La Acebeda - mi casa en Coslada con transporte público: 6 horas

La Acebeda - la casa de Eugenio en transporte público: 6 horas

Moraleja: Yo también, Transporte Público ¿y Tú?