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Distancia recorrida según CompeGPS land : 84 km.
(el GPS me dio 90 kms.)
Ascenso acumulado: 3.548 m. (el GPS me dio
4.000 kms.) |
Track sobre mapa del IGN descargado de
Iberpix |
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En 2001 imaginé una ruta que consistía en ir, principalmente, por línea de
cumbres desde el Puerto de Cotos a Somosierra. A comienzos de 2002
estuve repartiendo comida y bebida estratégicamente distribuida por la
ruta y en septiembre de aquel año me puse una mochila con la que casi no
podía, un montón de ilusiones y comencé a caminar en Cotos hasta mi primera escala
en el Puerto de Navafría donde iba a dormir en los restos del refugio.
Tras limpiar aquello de boñigas de diversos animales, al llegar la
oscuridad, los ruidos del bosque, los osos y lobos acechándome, decidí
abortar. Vamos que (con perdón) me ca_ué patas abajo y llamé para que
vinieran a buscarme. Aquel día supe que debería realizar el proyecto con
compañía.
En septiembre de 2011 volvía a la carga cambiando algo la ruta, el proyecto
era de Cercedilla a Somosierra y salvo la primera noche que iba a dormir
en un chozo, el resto bajaría a la civilización. Esta vez no me ca_ué,
pero la soledad, falta de convicción y una casa rural que me falló, me
hicieron abandonar al segundo día, desde el Puerto de Linera. De nuevo
supe que para triunfar debía compartir esta ruta.
Ha sido en 2012, hablando con mi buen amigo Eugenio de estos fracasos,
que le hizo "tilín" la historia y en menos de diez días preparamos la
"expedición". El 25 de julio cogía el cercanías que pasa por Coslada a
las seis menos veinte de la mañana, el mismo al que una hora después subía mi compañero de
fatigas en Torrelodones. A las siete y media estábamos tomando café en
la estación de Cercedilla. Todo apuntaba muy bien excepto la previsión
meteorológica que amenazaba con tormentas justo los tres días. Ya es mala
suerte.
Antes de seguir debo aclarar al hipotético lector la extrema dureza de
este recorrido que no viene dada por el desnivel acumulado que fue de
unos 4.000 + 4.000 m. ni de la longitud que fue de unos 90 kms. sin
contar los paseos urbanos. Tampoco fueron los ataques de los osos y
lobos los que nos destrozaron cuerpo y alma. Fue, amigos míos, la
ausencia casi total de cerveza durante el recorrido. Fue terrible.
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Al final llevábamos los dos más peso del que debiéramos cargar pero
Eugenio es joven y yo he ido mucho por Bilbao. De esta forma cogíamos el
Camino Puricelli desde la misma estación para suavemente ir tomando
altura y llegar al puerto de la Fuenfría.
En este rácano año de aguas no teníamos muy claro como iba a estar el
tema para encontrar el líquido elemento por lo que la primera parada fue
en la Fuenfría donde, a falta del amarillo y espumoso líquido de la
vida, tuvimos que aprovisionarnos de insípida y común agua. Tampoco la
fuente era para tirar cohetes, pero algo manaba.
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A
continuación cogimos el GR 10 y a través del bello y frondoso bosque
fuimos bajando hasta la carretera que desciende del Puerto de
Navacerrada en una de las Siete revueltas. Aquí estuvimos deliberando si
seguir recto a Peña Citores para después bajar a la Majada Aranguez
donde pensábamos pasar la noche, como segunda opción podíamos coger la primera
pista a la izquierda para ir sin apenas ganar ni perder altura al Chozo
del tío Levita y de ahí al Aranguez, o como al final hicimos, coger el
camino Viejo del Paular hasta el Puerto de Cotos. |
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Esta última opción nos llevó dulcemente por el frondoso pinar hasta
Cotos. Allí tuvimos una visión, o más bien una "audición", con una voz
que parecía salida del más allá nos decía: "Cerveeezaaaa, cervezaaa".
Total, que no tuvimos más remedio que acercarnos a la Venta Marcelino y,
muy a pesar nuestro, tomarnos unas "birritas" y ya puestos un pincho de
tortilla y un bocadillo de lomo con Pimientos y... |
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Total que después de cumplir con los espectros enganchamos la feísima
pista para ponernos en la Hermana Menor y de allí bajar a la majada y
chozo Aranguez. |
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Debido a los problemas de Eugenio con las picaduras de insectos, de las que es
especialista y su falta de fe en el servicio de habitaciones del chozo,
me hizo poner, al caer el sol, la tienda. |
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Cogimos agua en el cercano
regato, nos lavamos un poco, vimos la puesta de sol y cenamos tranquilamente. |
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Después de cenar nos dimos cuenta de que no
estábamos solos. Una familia de salamandras había tomado el chozo. |
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Todo fenomenal hasta que comenzó la
primera de las tres tormentas de aquella noche. Total que a Eugenio le
dio "nosequé"
dejarme solo y quien se quedó sola fue la tienda.
Comenzó a gotear en el interior del chozon, nosotros a poner cazuelas y los
comentarios típicos:
-
"Oye, no saldremos nadando, ¿no?"
-
Que va hombre esta es una de las obras cumbres de la arquitectura
segoviana.
-
Ya, pero eso fue hace mucho.
Silencio...
-
Oye no caerá un rayo aquí ¿no?
-
Es casi imposible. lleva un cerro de años y no se ve que le haya caído
ninguno.
-
Ya, pero puede caer ¿no?
-
Duérmete.
-
Si, pero ¿puede caer uno?
-
Si
-
Snif...
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La verdad es que aquello parecía una sesión de fluorescentes de los que
encienden mal, acompañada de la traca final de las fiestas de mi pueblo...
y así se pasó toda la noche. |
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Al día siguiente se despejaron las nubes y comprobamos que la tienda
seguía donde la dejamos y sin una gota en su interior. Desayunamos,
recogimos los bártulos y nos pusimos en marcha |
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Adios Aranguez... |
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Bajamos al Raso del Pino a coger más agua
de esta preciosa fuente. |
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Después enfilamos el PR15 para llegar al Puerto de los Neveros. Habíamos
perdido bastante tiempo y la nueva amenaza de tormenta para la tarde no nos
dejaba disfrutar demasiado. |
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En el puerto giramos a la izquierda y
comenzamos con la zona de trincheras y línea de cumbres. |
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A nuestra derecha veíamos la zona de
turberas |
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Pasamos por los Altos de Poyales donde se
gira al noroeste y rodeamos el Cerro Morete por el sur. |
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Poco después llegábamos al Puerto del
Reventón, donde contemplamos el
extraño monolito de piedra en memoria del Teniente Coronel Ibáñez
Martín que realizo estudios cartográficos de esta zona de
Guadarrama. No es justo, yo también hago cartografía del Guadarrama y no
tengo monolitos. Eugenio, ¿recuerdas que ibas a buscar información del tipo
de piedra?. Ya estás tardando.
Por detrás dejábamos los riscos de
Claveles y Pájaros |
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En una de las trincheras apareció este bicho |
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A
continuación seguimos por uno de los muchos Picos Reventón de esta
sierra y plácidamente llegamos al Cancho, donde poco antes de su sosa
cumbre giramos 90º a la derecha, hacia el este y bajamos al Collado de la Flecha. Allí
nos acercamos a un manantial en su parte norte de donde
fluía todavía un generoso chorro de agua fresca. "parada y
fonda", nos vimos obligados a comernos un sobrecito de jamón que
estaba de "no te menees", pero sin cerveza. |
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La subida al Flecha con la tripa llena de pan con jamón no fue todo lo
placentera que hubiéramos deseado, pero subimos. |
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Tras pasar la sosa,
fea y alambrada cumbre de esta hermosa montaña, bajamos al Puerto de
Calderuelas, subida a Las Poyatas y de nuevo bajada al Puerto de Malagosto donde despreciamos el manantial del Merendero.
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La subida a Peñas Crecientes y los Pelados empezaba a molestar, pero
esto es lo que tiene el ir por el cordal. Después pudimos contemplar,
aunque no entusiasmó a Eugenio, las vistas sobre Los Hoyos Borrascoso,
Cerrado y de Peñacabra, cuya cumbre del mismo nombre dejamos a pocos metros a nuestra
derecha. |
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El Nevero al fondo |
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Bordeamos el Alto del Porrinoso, bajamos al collado de su nombre y
subimos a la última cumbre del día, el Nevero. Desde allí
comenzamos la bajada, dirección noroeste con más miedo que vergüenza por
la tormenta que se avecinaba y la incógnita sobre el agua que comenzaba
a escasear. A la altura del cerro de los Colladillos nos cruzamos
con los primeros humanos del día quienes pusieron ojos como platos
cuando les referimos que el único ser que habíamos visto era un jabalí.
¿en qué pensarían?. |
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Bastante hartos de los subi-bajas de la jornada, llegamos a Navalcollado.
Antes de nada fuimos a buscar la fuente que tenía marcada en un POI,
fueron unos momentos un poco angustiosos porque estaba a 5 metros del
mismo y no la veíamos. Finalmente apareció una magnífica fuente con un
pequeño chorrito donde pudimos hacer nuestras
abluciones y recoger agua para la noche. A estas alturas llevábamos más de
un día sin cerveza, fue horrible. |
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Después de despiojarnos convenientemente
limpiamos el refugio porque el servicio de limpieza de refugios libres
de Castilla y León es deplorable. En fin..., preparamos la cena
repitiendo el menú del día anterior (Arroz con pescado deshidratado y
tallarines a la "nosequé"), me tomé el whisky que Eugenio me había
despreciado y nos dispusimos a planchar la oreja. |
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Al poco de meternos en los sacos empezó la
fiesta. Eugenio comenzó a roncar sonoramente provocando envidia a la
naturaleza por los sonidos emitidos en el interior del refugio. De nuevo
la traca final de todos los pueblos juntos de Castilla León se había
trasladado a nuestro alrededor. Era tal la tormenta que parecía de día y
no contenta con la fiesta de luz y sonido comenzó un aguacero de los
buenos.
Al principio pensaba "que bien se está aquí,
metido en el saco oyendo la fiesta que hay afuera". Eugenio seguía con
su particular fiesta de sonido.
Al rato empezó un "cloc, chass" por detrás
nuestro. Ya no estaba tan contento.
Eugenio despertó derrotado por los sonidos
exteriores y empezó a buscar con la frontal el origen del "cloc".
Me toqué la cabeza y estaba empapada. El cloc se transforma en un "requetecloc"
y aparece otro nuevo detrás de mi cabeza. La entrada del refugio empieza
a estar mojada, los truenos de cada vez están más unidos a los
relámpagos. ponemos un plástico detrás de nuestras empapadas cabezas.
"Joobar, con lo bien que estaríamos en
casita. Quien nos mandará..."
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Así nos tiramos una hora larga y poco a poco
remitió la sesión de agua, luz y sonido. Nos dormimos, bueno, se durmió
Eugenio, esta vez sin su particular sonido. |
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Último día. la cerveza está más cerca.
Hacemos planes... "si llegamos pronto a La Acebeda nos metemos un
homenaje en donde podamos" VALE.
Salimos del refugio y parece que haya
arrasado Atila. El agua caída ha provocado torrenteras y está todo
irreconocible. |
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- Jopé, que bonito estuvo ayer, ¿eh?
- Si, precioso.
Silencio.
Desayunamos, levantamos campamento y nos
dirigimos por la pista hacia el Puerto de Navafría. Pasamos por el
Mirador de Navalcollado y decidimos que podríamos haber dormido debajo
del mirador. A pesar de estar abierto, no está húmedo y habría sido más
"emocionante" con la sesión de noche. Para otro día. |
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Desde el puerto, donde aprovecho para
doparme convenientemente de antiinflamatorios, giramos 90º a la
izquierda (NE) y nos enfrentamos a la tanda de cuestones empezando por
el Alto de la Pinarilla, otro Reventón, Reajo Capón, Reajo Alto y así
una sucesión de pequeñas cumbres sin ninguna dificultad pero que a estas
alturas nos venían un poco grande. |
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A la altura del Reajo Alto hay unas
lagunillas presuntamente creadas como abrevadero del ganado donde miro
hacia atrás y veo una gran masa de nubes que nos persigue. No obstante,
paramos a dar buena cuenta del queso de Eugenio (queso de oveja).
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Tras el almuerzo y viendo como venía el
panorama por el suroeste apretamos un poco el paso mientras aparecen
unas preciosas vistas de la llanura segoviana. |
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Pasamos por la Peñota y bajamos al Puerto de
Linera. Otra vez para arriba, a Peña Berrocosa y nueva bajada, Alto del
Pinar, Cerro del Jabinar y oímos tormenta. "huy yuyuy". |
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Hay muchas fotos de esta parte porque
pareció satisfacer especialmente a mi compañero. |
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Subimos y bajamos Peña Quemada y bajando la
Peña del Avellano empieza a chispear. Bajamos al galope hasta que
decidimos ponernos las chupas. esto se pone serio. Bajamos los Reajos
Altos donde ya vemos el Puerto de la Acebeda "Jo__r como cae". Seguimos
corriendo, menos mal que aquí no hay radares "por nuestra seguridad".
Llegamos al Puerto y sin poner intermitentes
giramos a la derecha para comenzar el descenso por la pista.
A pocos metros del puerto sale el sol y
empezamos a cocernos como nécoras pero.. a ver... parece... ¡Ha dejado
de llover!
Bajamos del puerto sin muchas ganas y con
las chupas colgando de los bastones a modo de bandera para que se sequen
y llegando a la Acebeda vemos la gran vuelta que hay que dar por la
pista. Intentamos acortar y nos metemos en un infierno de zarzas y todo
eso que tanto nos gusta. después dar unas cuantas vueltas como lo que
somos, los dos tontos deciden retroceder y bajar como mandan los
cánones.
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Pasamos por el camping y decidimos entrar
para ver si podemos comer allí. NO
Llegamos La Acebeda y vamos directos al
restaurante donde ya con el maravilloso líquido amarillo, espumoso,
frío, amargo, cerveza gestionamos darnos allí el homenaje TAMPOCO.
Un poco deprimidos nos vamos al bar del
pueblo. Otra cerveza
-¿nos puede hacer algo de comer?, cualquier
tontería, ¿una docena de huevos con un cerdo convertido en chorizos, o
fruslerías pro-colesterol similares? NO.
- ¿Hay algún sitio donde comer caliente? EN
VUESTRA CASA
Mientras pensábamos en tratarnos contra la
depresión nos instalamos en un banco de la calle, sacamos el sobre de
lomo ibérico con el pan aglomerado de Eugenio y su queso y establecimos
un "puente pedestre" banco-bar-banco para ir reponiendo convenientemente
la cerveza. Maravillosa cerveza.
Comienza a chispear y de nuevo la banda
sonora "Truenos y Relámpagos". Nos dio tiempo a comernos un heladito de
postre y mientras degustábamos un cafetillo, el pedrisco destrozaba las
huertas colindantes. |
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Bueno, a las seis menos cuarto pasa el
autobús. - Ya estamos casi en casita...
Las seis y media y no llegaba el autobús.
Preguntamos y nos dicen que "suele venir". Que alivio.
Las siete menos cuarto. Aparece un microbús
en el que nos montamos más contentos que McGyver en un desguace.
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Llegamos a Buitrago pero el autobús de
Madrid ya se ha ido. Tenemos que esperar al de las ocho por lo que
aprovechamos para hacer un poco de turismo y estirar las piernas que
culminamos tomándonos una... ¿?. ¿una taza de leche caliente? ¿una taza
de te?, ¿una manzanilla?. Nooo: UNA CERVECITA.
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A las ocho nos montamos en el autobús de
Madrid que va parando hasta en los hormigueros y cerca de las diez de la
noche
abandono a Eugenio para darme un paseíto a la estación de Chamartín y
coger el rápido de Coslada. Otro paseíto hasta casa y en poco menos de
seis horas realizo el trayecto La Acebeda - mi casa.
Al pobre Eugenio aun le quedaba otro paseo
mayor aun desde el autobús a su casa. |
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Resumen |
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Cercedilla - La
Acebeda: unas 25 horas a pié
La Acebeda - mi casa
en Coslada con transporte público: 6 horas
La Acebeda - la casa
de Eugenio en transporte público: 6 horas
Moraleja:
Yo también, Transporte Público ¿y Tú?
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