Esta ha sido una semana muy triste.
Aunque no me hacía demasiadas ilusiones pero siempre hay un poco de
esperanza y resulta que otorgan muy injustamente los premios
Princesa de Asturias a dos alpinistas que sí, están bien, pero
pensemos...
Reinhold Messner
fue el primero en subir los ochomiles pero eso ya es historia.
¿Cuantos miles, dosmiles e incluso tresmiles hemos subido el Mingot,
Gorka y un servidor en los últimos dos años?. La respuesta es que no
hay tinta ni bytes para escribirlos todos.
¿Que el polaco ese de nombre
inpronunciable e inescribible ha subido el Everest en Invierno? Pues
sí, pero seguro que iba bien abrigado. Nosotros hemos subido el
Yelmo, Peñalara y muchas cumbres inexpugnables en invierno y no
andamos por ahí "que si déme usted ese premio", no.
En fin, la vida es muy injusta y
quienes conceden los premios mucho más. Siento ser así de duro pero
es la realidad (mi realidad).
Para muestra, un botón. Reza el
dicho. Esta semana, emulando a Kilian Jornet que subió dos veces en
una semana el famoso Everest, nosotros: un vasco de un solo apellido
de allí y un madrileño del montón hemos subido tres veces en una
mañana el Pico del Nevero. Ahí queda eso...
En la larga aproximación inferior a
una hora hasta la base del Nevero coincidimos con tres montañeros
que resultaron ser Miguel y dos compañeros más del grupo "Alevines
Intrépidos". Pensábamos subir primero por el tubo izquierdo, que en
la actualidad es una pala, pero viendo que estos voluntariosos
alpinistas estaban pasándolo bien y de paso creando una huella
comodísima decidimos seguirles.
Como casi siempre tuve que ir yo por
delante, reabriendo huella para que el vasco fuera cómodo.
De la cumbre no hay fotos pero si la
señora Hawley, que en paz descanse, pidiera pruebas, puedo mostrar
el track. A continuación bajamos por la pala este, que es la más
suave, y viendo la pala (que no tubo) norte que tenía muy buena
pinta, decidimos valerosamente subirla. Además lo hicimos encordados
en ensamble interponiendo anclas.
Cómo no, el Paco por delante.
Ahí me tenéis, con 60 años y 5 días.
Por cierto, no se qué hacía por allí
este sapo...me refiero a la imagen de abajo...
Segunda cumbre del día. Volvemos a
bajar y hacemos una bonita travesía para encaminarnos al proyecto
inicial del tubo (pala) oeste.
En esta ocasión y para variar Jorge IV
se tira el rollo abriendo huella con sus torpes pasos aunque llenos
de buena voluntad.
A todo esto, las tormentas rugían a
nuestro alrededor y oscuros nubarrones cubrían parte de los cielos.
En el Valle de Lozoya caía agua a base
de bien
De esta forma Jorge, que aunque vasco,
no es excesivamente valiente, propuso bajar a comer a la lagunilla
no fueran a empezar los fuegos artificiales.
La verdad es que nadie puede decir que
hayamos pasado por la vida sin dejar huella. Al menos esta vez la
dejamos por cuatro partes distintas (vaalee, una era siguiendo la de
los Alevines...)
Y colorín colorado, este historia de
alpinismo extremo se ha acabado...