Hacía algún tiempo
que no subía al Moncayo. Para dar una pista, en aquel año se fundó
Apple, se gestaba la democracia en España mientras Juan Carlos I
dictaba la amnistía a los presos políticos y se empezaba a hablar de
unas elecciones democráticas. Todo ello al tiempo que los "grises"
nos corrían a palos durante las manifestaciones pro-libertad. Total
que fue el otro día.
Aprovechando que
debía hacer una intervención profesional en Tarazona convencí, sin
esfuerzo, a Juan y Jorge para repetir tal hazaña.
El sábado a las
siete de la mañana hacíamos algo parecido a un botellón pero con
café, en la suite de lujo del hotel en que pernoctamos: café,
magdalenas, mermelada, miel, mantequilla y callos a la madrileña se
encargaron de ponernos a punto para la gesta.
Poco después
partíamos hacia el Santuario del Moncayo y, tras equiparnos
convenientemente, nos dispusimos para comenzar la ascensión.
El tiempo había
cambiado un par de días antes, bajando bastante la temperatura, e
incluso había nevado algo el día anterior. |
NOTA: Si alguien piensa que el
resto va a ser una seria y detallada descripción de la ascensión al
Moncayo o Pico de San Miguel, está muy equivocado.
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Los tres intrépidos alpinistas
comenzamos la dura ascensión |
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Al poco la cumbre comenzó a cubrirse y
un viento gélido nos invitaba a retroceder y meternos en algún bar.
El Circo de San Miguel aparecía tenebroso. |
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Como no puede ser de otra forma y dado
que estamos hechos de una pasta muy especial, continuamos la
ascensión. |
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Al otro poco comenzó a nevar en plan
serio y aunque veíamos peligrar nuestra meta, en ningún momento
nuestra férrea disciplina se doblegó ante el desánimo. |
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De esta guisa continuamos hasta que
empezaron a aparecer restos de nieve bastante dura y algunos neveros
con hielo escondido.
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Ahora sin bromas,
comprendimos por qué esta montaña se ha cobrado numerosas vidas y
huesos rotos. realmente el camino no presenta dificultad pero la
inclinación continua de la ladera hace presagiar un desastre en caso
de que un paso en falso pueda hacer caer al montañero. |
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Más tarde un nevero
se cruzó en nuestro poco claro camino y debido a la niebla, no se
veía su fin. Nos calzamos crampones y sacamos el piolet. Realmente
se puso serio el tema. La nieve muy dura no entrañaba dificultad
pero en caso de traspiés podía acabar mal el tema.
En esos momentos llegaron tres montañeros que, a pesar de ser
vascos, decidieron dar marcha atrás al no llevar el instrumental
preciso.
Como acostumbra a pasar, el tercer hombre fue presa de la enfermedad
"canguelus cagaleris tremendus" y mediante promesa de sobornos
(incumplidos) de cerveza, fue admitido en el grupo de retirada.
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Los dos excelentes
alpinistas que decidimos valerosamente continuar llegamos algo
después al Collado de Las Piedras donde soplaba un viento moderado.
El optimismo se instaló en nuestros corazones y la ausencia de
pendiente nos ayudó a caminar rápidamente hacia la cumbre.
Debo reconocer que el frío de co__nes que hacía también ayudó a
darnos prisilla. |
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Finalmente, a las
11:30 horas de la mañana del 29 de Abril de 2017, estos dos
alpinistas de renombre consiguieron hollar la prácticamente virgen
cumbre del Moncayo o Pico de San Miguel. Una fecha y hora memorable
para el alpinismo mundial.
Feos pero pintorescos. |
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Cualquiera que haya
leído a J.J. Benítez sabe que el Moncayo es zona de muy comunes
avistamientos de objetos voladores no identificados. Efectivamente,
aquel glorioso día marcado por la heroicidad de algunos y deserción
de otros, pudimos dar fe de que un extraño alienígena que
continuamente lía cigarrillos se paseaba por el lugar a punto de ser
ahogado por una especie de cinturón en su garganta. |
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Recuperados de la
desagradable visión dimos un paseíto por la desolada cumbre sin
bares y, ante nuestro desasosiego por la ausencia de lúpulo, sugerí
a mi compañero que en el bar de abajo, probablemente servirían
generosas raciones de huevos con patatas y algún tipo de chacina.
A veces hay frases que levantan la moral de las tropas y aquellas
palabras mías de aliento, sirvieron de pistoletazo de salida para
comenzar el duro regreso. |
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Tranquilamente
descendimos mientras sentíamos que el oxígeno regresaba a nuestros
pulmones y el olor a huevos con chorizo impregnaba mentalmente las
pituitarias. |
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Solo me queda
sugerir a Jorge que cuando una gotita se instala en el objetivo de
la cámara es conveniente, aunque no imprescindible, quitarla. |
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Llegados al punto
de partida se unió a nosotros nuestro valiente compañero para
acompañarnos en la necesaria recuperación de proteínas,
carbohidratos e hidratación. |
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Un abrazo a mi, cada vez más
hipotético, lector |