Km.
6 de La Plataforma - La Mira - Puerto de Candeleda - La Plataforma |
La
sierra de Gredos, por alguna razón, me ha tenido siempre cautivado. Es
como si hubiera algún recuerdo especial, algo que no recuerdo
conscientemente. ¿Quizá algo ocurrido en otra vida?.
Al
final de mi primera etapa montañera (hace la tira) arrastraba todas
las semanas a mi novia (ahora sufrida esposa) a explorar la Canal
Lóbrega, el Espaldar de los Galayos e infinidad de lugares maravillosos e
inhóspitos que me inspiraban sensaciones especiales. Por circunstancias
que prefiero no recordar dejé de visitar tan hermosos lugares y, al igual
que ocurre con dones que no se utilizan, la atracción que me causaba el
macizo fue decreciendo poco a poco.
Después
de la experiencia con Juan, Carlitos y el Almanzor, el amor ha renacido, si cabe con más
fuerza. Como
quiera que cuando el cuerpo pide marcha hay que darle marcha, a las seis
de la mañana emprendo viaje.
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Perfil de altura y mapa donde se
pueden ver perfectamente mis meteduras de pata. Ideal para no imitar.
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En el kilómetro 6 de la carretera que parte
de Hoyos del Espino con dirección a la Plataforma de Gredos se
encuentra, donde hace una curva a la derecha, una zona para aparcar
varios vehículos. Justo enfrente, en el lado izquierdo de la carretera,
sale un generoso camino con puerta y cartel desgastado de paso
prohibido. |
Si hacemos caso omiso de la prohibición
llegaremos, al poco, a otra portera con nueva prohibición y cartelón
indicador de "Reserva Nacional de Caza" y una casa a la derecha. |
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Llegados a este punto hay que andar
con más intuición de la que tuvo este caminante, que haciendo caso de
una ruta descrita en la web, continuó como mandaba su autor "por una
pista más que evidente". Pues bien, la pista evidente me condujo,
espantando moscas y acordándome del autor de la web, al Collado del
Charco.
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Nada destacable hasta el momento
aunque comenzaba a verse una bonita vista, al norte, del valle del Tormes. |
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Cuando fui consciente de que la
evidente pista no me llevaba al Puerto del Peón y había dejado el Arroyo
de la Covacha suficientemente lejos como para no verlo decidí, valeroso
caballero, tomar a mi derecha la loma que subía hacia Morrito Covacha.
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Mejor de lo que pensaba y siguiendo los
hitos dejados por bondadosos predecesores fui subiendo sin problema
alguno. |
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Otro generoso hito marca la cumbre del
"Morrito" guardada por negros astados e incluso alguna que otra Capra
hispanica victoriae. En la lejanía comenzaban a verse los
amenazadores gigantes de Gredos coronados por el Almanzor. |
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Otra cosa fue transportarme, que a
veces no fue caminar, hasta el puerto del Peón a media ladera del Peñón
de Mediodía. La ausencia de hitos y la abundancia de piornos intentaron
hacerme desistir de mi noble destino, pero con férrea voluntad y piernas
descarnadas conseguí llegar al Puerto que a principios del siglo pasado
fue utilizado como paso natural. |
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No recuerdo qué fue lo que más me
emocionó, si el encontrar un generoso sendero o la majestuosa silueta del
espaldar de los Galayos que se mostraba ante mi.
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A la derecha queda la laguna del
Cura, premonición de quien me había de facilitar la última parte del
paseo. |
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Atrás queda, desafiante y
vencedora, la cumbre del Peñón mientras por delante aparece el canchal de la Garganta Tarayuela que deberá superarse para llegar a Los
Conventos.
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Fascinante el Gran Galayo con tres
escaladores en su cumbre y a la derecha la "Puerta Falsa",
alusión al efecto que ocurre a aquellos que subiendo por los Galayos,
dirección a la Mira, se despistan ligeramente a la derecha y acaban en un
paso imposible de superar.
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Llegando a La Mira el paisaje cambia,
tornándose verde, gracias a la Fuente de la Mira en el Prado de los Pelaos,
situada a pocos metros
de los restos del refugio de la Sociedad Arenas Gredos. En estas
cumbres (Pelaos, Mira), el caminante no advierte ninguna sensación de
altura a pesar de tener una altitud cercana a los 2.300 m. En
realidad forman una especie de altiplano.
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A partir de este momento las vistas
son de gozada total. Las fabulosas torres de Los Galayos se elevan
majestuosas. Comenzando en el Gran Galayo y terminando en el cerro de
Cabeza del Cobacho, la cuerda desciende pasando por torres como el
Pequeño Galayo, el Torreón, la temible Aguja Negra, etc.
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Mil metros más abajo serpentea el
río Pelayo, o lo que pueda quedar de él a estas alturas del verano y,
con todo el dolor de mi corazón por abandonar estas vistas, continúo el
paseo hacia la Mira.
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La suave cumbre de la Mira está
coronada por los restos del Telégrafo Solar. Tras un breve descanso y
charla con otros caminantes, sigo camino hacia El Circo. Volviendo la
vista atrás queda la Mira y las Peñas del Chocarrón.
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El paso por los Campanarios se vuelve
más abrupto que las anteriores cumbres pero la belleza sigue como
denominador común.
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La tremenda
Garganta Lóbrega desciende hasta el valle del Tietar dando sensación de
vacío yerto, de soledad e inmensidad |
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Según me aproximo
al Puerto de Candeleda aparece tristemente la loma incendiada en el año
2005 y que, por supuesto, no se ha recuperado. Aún permanece, en algún
trozo, olor a quemado
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Por fin, aparece el Puerto de
Candeleda, balizado con un gran hito. Discuto conmigo mismo la posibilidad
de continuar hasta las ruinas del refugio del Rey o bajar. Como quiera que
el reloj y el sentido común mandan, giro a la derecha e inicio el suave
descenso.
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El camino discurre entre bonitas pozas
de agua clara donde las truchas han quedado atrapadas ante la falta de
caudal, escondiéndose al paso de los caminantes. Este ha sido un bonito
paseo que tendrá que culminar en una caminata de seis kilómetros por la
carretera de Hoyos si no lo remedia algún amable automovilista.
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Afortunadamente un amable religioso
se fija en mi dedo pulgar, que se había doblado en
dirección a donde diez horas antes estacioné el coche, y me acerca evitándome el
ingrato postre de asfalto que me quedaba. |
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