Como se podrá apreciar por la
falta de chispa, talento, humor y sabiduría, en esta ocasión el
autor no es pacodom sino "el otro" el chico ese que me acompaña a
menudo para servir de porteador de la cuerda. Pobrecillo, también
hay que dejarle...
Somos unos adoradores fanáticos del
blanco elemento, así que, aprovechando las nieves otoñales dejadas
por la borrasca del fin de semana anterior, nos plantamos en Cotos a
una hora no excesivamente temprana. La eterna duda (¿Peñalara o
Cabezas?) la resolvemos a favor de la primera, porque la niebla no
nos deja ver las canales de los Pulmones, y además la experiencia
nos dice que en Guadarrama las canales de orientación S o SE tienden
a cargar más nieve.
Esta vez le ponemos alto listón a
lo que haya, dado que la última vez que juntos nos pusimos los
pinchos fue nada menos en Balaitús, en el mes de junio. Luego cada
uno se marcó por su cuenta unos cuantos tresmiles, y ya se sabe que
las comparaciones son odiosas… Pero bueno, si dijo un sabio señor
que nunca bajarás dos veces al mismo río, lo mismo nos pasa con
Peñalara, solo que subiendo en vez de bajado, por mucho que nos la
conozcamos nunca es igual a la vez anterior.
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Tras el preceptivo paseíto en dirección a la Laguna de Peñalara,
vemos que la Canal de la Ceja apenas está formada, y decidimos ir a
probar suerte hacia la Canal Ezequiel. La nieve está en general
helada y se progresa muy bien, pero cerca de la base de la canal
comienzan las “meteduras de pata”, anuncio de lo que nos espera.
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En la Ezequiel la nieve es blanda y además hay poca, así que subimos
como podemos, en una técnica mixta entre el “dry tooling” chapucero,
la escalada en piedra (con guantes) y “Ay, madre, que me caigo”. Sin
embargo yo voy más feliz que una perdiz, porque estreno piolos
técnicos megaguays.
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Con esa sonrisilla Paco apenas logra ocultar la envidia cochina y
malsana que le dan mis piolos técnicos megaguays. Para que el
hipotético lector no se confunda, aclaro que los conseguí en una
oferta a casi mitad de precio. Esto es un deporte para ricos, y
nosotros no lo somos.
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Sin más sobresaltos dignos de reseñar pero echando de menos una
nieve más transformada salimos del estrechamiento que hay más arriba
de la Ezequiel.
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Las nubes juegan a tapar y destapar la Cuerda Larga. Será un hermoso
día de contrastes, y además disfrutando de un Peñalara insólitamente
solitario. Digan lo que digan, algo bueno tenía que tener “er fúrbor”
para los que no somos futboleros.
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Los cohetes de Tintín sobre la Bola del Mundo/Alto de Guarramillas
le dan al entorno un punto siempre algo surrealista.
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Desde el plató encima de la Ezequiel decidimos tirar hacia la zona
de los Bordillos de Peñalara y los Tubos Sin Nombre, ya que de veces
anteriores hemos aprendido que en éstos siempre hay algo que rascar
con los crampones. Nos metemos por el nº 48 de la guía “Guadarrama:
Iniciación al alpinismo invernal” de Angel Luis Manzaneque, también
conocida como “Guía del Todo a 45º”.
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El tubo alterna entre algún tramo de nieve dura, alguna que otra
placa de hielo y un montón de crujientes trozos de hielo, resto de
las purgas que no paran de caer de las paredes. Me entretengo a
colocar un ancla de nieve, más que nada por justificar la cuerda,
que hemos sacado “por si acaso”.
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Tras un refrigerio (nunca mejor dicho) en Peñalara, amenizado con un
“té al Mr Proper”, encaminamos nuestros vacilantes pasos hacia la
cresta y Risco de los Claveles. Nunca dejaremos de clamar contra esa
flagrante injusticia que convierte a Claveles, la cima más bella de
Guadarrama, en una cima secundaria casi sin derecho a existencia
propia.
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El ambiente es muy invernal, con un viento gélido que nos obliga a
encapucharnos como es debido |
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La cresta está muy delicada y entretenida, pero al mismo es una
gozada, porque puedes ir todo el rato por el centro.
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El paso por la brecha que separa la cresta del risco siempre pide
prudencia. Es una las zonas “de alta concentración de accidentes” de
la Sierra de Guadarrama.
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Sin embargo, el ambiente es muy alpino y disfrutamos un montón de la
travesía.
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La nieve, en general blanda, no aporta mucha seguridad, pero en esos
flanqueos ponemos en juego los piolets, porque ahí no te puedes
permitir una caída.
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Una vez dejado atrás el Risco de Claveles, aprovecho para liarme un
“bocata” de los míos, protegido del viento por el risco.
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Aunque Claveles se lleva la fama, el descenso hacia la Laguna de los
Pájaros también tiene lo suyo cuando tienes que hacerlo en nieve
insegura.
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Nos cruzamos con un corredor, que prudentemente opta por esquivar el
risco siguiendo el sendero (ahora huella) que va por el lado
segoviano —por si a alguien le da por leer esto, aclaro que hoy no,
pero que cuando hay mucho hielo es justo al revés, es más seguro el
risco (es un decir) que ese rodeo.
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Y bajando hacia el Risco de los Pájaros la jornada, de meteorología
cambiante y juguetona, nos regala este precioso Espectro de Brocken.
La ciencia dice que no son más que nuestras sombras proyectadas
sobre las nubes, pero tiene algo realmente fascinante. Yo nunca he
visto uno, y me quedo de piedra, creía que sólo los veían los
alpinistas de relumbrón en los Alpes y sitios así.
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Cerca del Risco de los Pájaros la niebla a ratos se cierra mucho.
Aprovecho para enviar un abrazo al genio del IGN que confeccionó el
mapa de esta zona, ya que el Risco de los Pájaros aparece señalado
como “Risco de Claveles”, y este de ninguna manera. El error nos
proporcionó unos minutos de desconcierto hace dos años por estos
mismos parajes un día de visibilidad cero, hasta que decidimos que
la razón la teníamos nosotros y no TopoEspaña. |
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A veces aclara algo y ya divisamos la Laguna de los Pájaros, helada
y sobre todo sin gente. La combinación de meteorología recia y
fútbol es perfecta para “friquis” de la montaña como nosotros.
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Cerca del desagüe de la laguna buscamos un sitio a relativo
resguardo del viento para comer, excelente ocasión para sacar el
plumas y convertirme en una versión marxista-leninista del muñeco de
Michelin. El zumo de uva de Valdepeñas que ha traído Paco también
hace lo suyo.
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De vuelta hacia Cotos, la niebla se abre y disfrutamos de un hermoso
pateíllo en ambiente invernal, bastante cómodo porque el viento
gélido está rehelando la nieve, y deseado que pronto nieve más y
mejor y haga mucho pero que mucho frío. Pero el día no ha estado
nada mal, nos hemos hecho dos tubos, una cresta y hemos saludado a
un señor Espectro de Brocken. ¿Qué más se puede pedir?
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Y por seguir el libro de estilo de la
casa, un abrazo a mi hipotético lector.
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