Paseos de un aprendiz de montañero

Julio 2019 - Intento al Dent Blanche (4.375m) - Alpes

La verdad es que no sé ni cómo empezar, nunca me había sido tan difícil hacer un report objetivo de una salida. Quizá lo mejor sea empezar por el principio...

Hace bastante tiempo que empecé a pensar en algo así como la última oportunidad de intentar la montaña de mi vida, el Cervino. Desde niño, la montaña que aparecía en las cajas de lápices de colores me llamaba la atención y la dibujaba repetidamente. Después vino la misma montaña pero de la Paramount, en la caja y forma de los chocolates de Toblerone que traía mi hermana de sus viajes... por algo es la montaña más fotografiada del mundo. Lo raro es que los suizos no cobren 50 francos por fotografiarla.

Mi salud no es precisamente de hierro y mi edad quizá aconseja dedicarme pronto a los paseítos por el parque, por lo que quizá con prisa decidí intentar esa ascensión y para ello nada mejor que ayudado y guiado por un amigo convertido en guía. No voy a dar su nombre, lo llamaré en adelante El guía.

A mediados de octubre de 2018 comienzo a llamar al guía (sin éxito), mandarle WhatsApps (sin éxito) y correos a través de su página Web (sin éxito). El tiempo va pasando y yo comienzo a prepararme físicamente.

A finales de año consigo hablar con él y le expongo la idea y la necesidad de que me examine técnica y físicamente para no gastar tiempo, riesgos y dinero innecesariamente en el Cervino. El tema se va forjando y en el mes de Enero me voy con otro guía conocido por ambos a realizar esta prueba de la que salgo con un aprobadillo.
A partir de ese momento redoblo mis esfuerzos y consigo mayor capacidad física y técnica. Me hago pruebas de esfuerzo. Todo menos adelgazar más.

 

Tanto el excelente guía con el que hago el "examen" como "el guía" coinciden en que la vía Hörnli está excesivamente frecuentada por lo que no es muy aconsejable debido a la competencia entre escaladores, caída de piedras y otros factores, recomendándome otra montaña mítica: el Eiger por la arista Mittellegi. No es lo mismo pero me voy haciendo a la idea y finalmente acabo entusiasmado con la opción "B".

Vamos concretando fechas y nos decidimos por la 2ª semana de julio. Si el tiempo lo permite, iremos al Eiger.

Decenas de videos de Youtube desfilan por mi pantalla y acabo conociendo la vía casi como si hubiera pasado realmente por ella, como pasó anteriormente con el Cervino.

Se acerca el día, las previsiones del tiempo no son nada buenas y paso una temporada de máximo stress, pegado literalmente a las previsiones y Webcams de la zona. El guía me va preparando para un plan "B", "C"... y entre ellos aparece la Dent Blanche (4.375 m) que podríamos subir junto al otro guía que me examinó y su cliente. Craso error.

Sin mayor información sobre la nueva ascensión, finalmente quedamos a las 8:30 en Ferpeclè. Una hora más tarde de lo acordado aparecen los dos guías y el otro cliente. Tras la alegría por el reencuentro y los saludos pertinentes recibo la orden de marcha.

- ¿Guía, no me vas a examinar la mochila?

- Ah, bueno, a ver qué llevas

Me va quitando unas cuantas cosas porque le parece (y a mi) una mochila muy pesada pero me hace llevar parte del material duro.

- Jaja, jeje y date con un canto en los dientes que no te hago llevar la cuerda.

El buen humor impera en el equipo y finalmente comenzamos a caminar aunque nada más empezar nos llevan por un camino equivocado me lo tomo a broma ¿?

 
El camino pasa entre bosque y matorral realmente precioso, florido y verde.

Al poco me gritan los maestros y los veo atizando como desposeidos a los teléfonos.

- ¿Qué pasa?

- Nada, que te hemos llevado por aquí para que veas esta parte y el glaciar de delante. Ahora volvemos al camino de verdad

- No me lo puedo creer, ¡no sabéis el camino!. ¡Vaya guías de pacotilla!.

Seguimos con muy buen humor pero me pregunto si han subido alguna vez al dichoso Diente

 
Vamos cogiendo altura y las vistas son formidables
Menudo glaciar debió haber aquí.
Delante mío tengo por primera vez un glaciar de verdad. Estoy pletórico y alucinando.
 
Ante nosotros aparece un monstruoso puente de nieve, seguramente resto de un glaciar.
Sobre los 2.800 m comienzo a encontrarme muy cansado y avanzo de cada vez más lento. El equipo inicial se convierte en un grupo disgregado y los tres jóvenes me van dejando atrás aunque el guía de vez en cuando me espera.
Llegamos al primer nevero donde el otro guía y su cliente se encuerdan. El guía me dice que no es necesario y avanza muy por delante mío. De cada vez me encuentro peor.
En esta zona avanzo realmente mal y comienzo a sentirme mareado
En el último nevero antes de la zona rocosa del refugio me adelanta otra cordada.
Los últimos metros de roca hasta el refugio los hago sin saber muy bien donde estoy y dando bandazos.

Finalmente llego al refugio (3.507 m) donde encuentro al resto del grupo plácidamente tomando cerveza. El mareo es impresionante, me tiemblan las manos y se me han dormido varios dedos. Nunca me había pasado esto, pero nunca había estado a 3.500 m.

Poco a poco y gracias a una cerveza y un trozo de tarta se me va pasando y me uno a la alegría del grupo.

El guarda nos comunica que las previsiones para el día siguiente son bastante malas, principalmente por las rachas de viento, pero que según transcurra la mañana se irán suavizando.

Durante la cena (realmente sabrosa, nutritiva y abundante) el guía no deja de ¿bromear? diciéndome que al día siguiente haremos cumbre y, una vez allí, llamará a los servicios de rescate diciendo que me he hecho daño en un brazo y que nos bajen plácidamente a Zermatt. No me hace ninguna gracia.

También en un ambiente cordial les pregunto si ya habían subido esta montaña y me quedo de piedra cuando finalmente me dicen que no.

La noche transcurre como todas las que paso en refugios, es decir, sin pegar ojo en estado de duermevela.

Nos levantamos tarde para dar tiempo a la mejoría meteorológica. Ha nevado y hace un viento considerable.

Tras un desayuno muy aceptable (podrían aprender en muchos refugios españoles) nos ponemos los trastos y salimos. Mi estado de fuerza no es el óptimo.

Las vistas son fascinantes y el guía me hace ver que a la derecha ha aparecido mi querido Cervino. Creo que me emociono.

Continuamos la ascensión pero me doy cuenta de que no voy bien. Noto que no estoy coordinando muy adecuadamente y me parece como que el guía se está enfadando.

 

A nuestra izquierda aparece el fenómeno llamado Espectro de Brocken

Pasamos de zonas de nieve a roca y comienzan las trepadas. La verdad es que el guía me lleva muy bien y me siento muy seguro a pesar de mi poca capacidad.

 

Nos alcanza otra cordada durante un cambio de crampones

Ya se va viendo la cima a pesar de que queda mucho.

 

A punto de llegar a la cota 4.000, el guía continúa con un cambio de humor que me empieza a doler. Entiendo que no estoy rindiendo lo deseable pero hay formas y formas.

- ¿Qué te pasa?

- A mi nada, que este es mi trabajo y estoy serio porque nuestra vida depende de ello y no llevas bien la capucha, las mangas sueltas...

- Guía, entre estar serio y borde hay una línea muy ancha pero estás al otro lado.

Me lo pienso dos veces y dado mi estado y el de quien me lleva, sumado a las pocas ganas de volver en helicóptero por mucho que mole y mis escasas expectativas de cumbre, le digo...

- ¿Sabes qué te digo? pues que nos damos la vuelta. Abandono.

-¿Te quieres dar la vuelta?

- Sí.

- ¿Por qué?

- Porque voy mal y no hay buen rollo

- Te advierto que te voy a cobrar igual

- Ya lo sé, ya lo sé. Has estado preocupado desde el primer momento por cobrar y te he pedido en numerosas ocasiones que me digas importe y cuenta sin que me hayas respondido. Vamos para abajo. Ya he hecho más de lo que nunca había soñado.

 

Nos damos la vuelta sin pesar por mi parte.

 

Lo que había sido una trepada sin mayor complicación se convierte en destrepada algo más compleja pero con el buen hacer del guía desciendo sin ningún problema. Le ha cambiado el humor y está muy amable.

 

Rápidamente llegamos al refugio donde cogemos el resto de material que habíamos dejado y continuamos el descenso.

Atrás queda un refugio realmente guapo y acogedor, con dos guardas encantadores... snif...

Poco a poco vamos, bueno voy bajando hacia la civilización porque El guía se adelanta mucho y le pierdo de vista aunque de vez en cuando me espera

No se si esto es normal pero hay momentos en que no sé por donde debo marchar. Llego incluso a llamarle por teléfono pero lo tiene apagado. Desde luego, no es de sentido común.

De nuevo el puente de nieve

 
Finalmente llego al bosque. De ahí a los coches y a tomarnos una cerveza.
Tras la frustrada ascensión me alojé en un hotel  extremadamente viejuno y poco cómodo en Les Haudères. Me recordaba a uno en el que compartí habitación con Jorgito IV en Sallent.

Mientras me lamía las heridas de los sentimientos encontrados de la ascensión me vino una genial idea: al día siguiente iría a Zermatt a ver el Cervino aunque fuese de lejos, pero esa es otra historia mucho más corta y placentera...

 

Funciones de un guía de montaña:

Este profesional es el responsable tanto de escoger la ruta a seguir y la actividad más adecuada al nivel físico y técnico del cliente como de asesorar sobre el equipo y el material necesarios para que la «aventura» no se convierta en una pesadilla.

Además de organizar la ruta y las actividades, de reservar los refugios y de preparar el material y el equipo, el guía de montaña se encarga de enseñar cómo se realizan de la forma más segura las propuestas: desde una escalada en roca o hielo hasta alpinismo o esquí de montaña. Este profesional también debe conocer muy bien el terreno e informar sobre las características de la zona, como la flora y la fauna.