Todavía muy apesadumbrados por no
habérsenos concedido los premios Princesa de Asturias, siendo mucho
más merecedores de ellos que Messner y el polaco innombrable,
volvemos a probar nieve, esta vez por Claveles.
La idea de Jorge es intentar el Tubo
Encajonado pero probablemente debido a las numerosas tormentas de
los últimos días no tiene nieve por lo que decidimos ir por el
siguiente a su derecha o tubo número 58 de la guía.
Es curioso que visto en las dos dimensiones fotográficas parecen
suaves colinitas y una vez metido en faena parecen murallas
verticales. La verdad es que ni lo uno ni lo otro sino todo lo
contrario.
Desde que comienza la
pala se pone enseguida en unos 40º lo que hace coger unas
perspectivas bastante interesantes.
Después de un rato abriendo huella el
abuelo, Jorge se apiada y muy a pesar suyo, toma la delantera.
Feo pero pintoresco. Mi cara de
felicidad es evidente. Ya que el vasco no hace fotos ni por
equivocación, me las tengo que hacer yo.
Por supuesto hace un rato que el
abuelo vuelve a tomar la delantera y muy abajo queda Jorgito.
Supuestamente hoy no tocan tormentas
pero los nubarrones no dan mucha alegría
Las rimayas son escalofriantes y
procuramos mantenernos a distancia.
Por aquí está todo empinado.
Un poco cansado pido al jovenzuelo que
vuelva a ir por delante.
Aquí se ve como progresa torpemente la
criatura.
Aviso: Digo una palabrota
Si algún insensato es afín a estos
topes reportajes puede quedarse extasiado cuando vea lo siguiente:
¡un video tomado por Jorgito (medio tísico) y una foto!,
Increíble...
Aviso: El Gorka dice otra palabrota
Aquí, un servidor en los últimos escalones
Finalmente llegamos arriba (que no
cumbre). Ha sido una ascensión muy satisfactoria.
La niebla se quiere instalar en
Claveles.
Después de disfrutar con la Cresta de
de Claveles, muy cerca del Risco de los Pájaros localizo unas palas
con buena pinta y comenzamos a descender con muuuucho cuidadín. Las
rimayas y otras oquedades hacen que el descenso sea bastante
delicado.
Aquí, acabamos de salir de un
berenjenal con un destrepe en roca un poco heavy. La verdad es que
en varios sitios he estado tentado de montar rápeles.
El descenso continúa siendo muy
delicado. Por detrás vemos nuestras huellas de la ascensión.
Ya en zona llana descansamos. Ha sido
un descenso bastante más complicado que el ascenso. Menos mal que
nuestro alto grado técnico, físico y mental ha permitido llegar
finalmente a buen fin.
Ahora solo queda enfrentarnos al bocadillo de tortilla de bacalao de
casi 700 gramos que porta un servidor y al superrepleto de Jorge IV
(y V de Alemania)
En las palas sigue quedando mucha
nieve.
Cuidadín, cuidadin.
Ya solo nos queda regresar a los
coches donde nos esperan litros y litros de cerveza isotónica.